LA DEUDA CON MANUEL BELGRANO



Como premio por las victorias de Salta y Tucumán, Belgrano recibió de la Asamblea del año XIII (1813) un premio de 40.000 pesos oro y pidió que ese dinero se aplicara a la construcción de cuatro escuelas públicas en distintos lugares del país.

Las palabras de Belgrano, en su legado, merecen ser recordadas: "He creído propio de mi honor y de los deseos que me inflaman por la prosperidad de mi patria destinar los expresados 40.000 pesos para la donación de cuatro escuelas públicas de primeras letras en que se enseñe a leer y a escribir, la doctrina cristiana y los primeros rudimentos y obligaciones del hombre en sociedad".

El pedido expreso de Belgrano señalaba los lugares donde debían levantarse las escuelas: Tucumán, Salta, Jujuy y Tarija. La escuela jujeña está muy lejos de lo que pudo concebir Belgrano, hace casi dos centurias, pues tiene las comodidades y los apoyos didácticos propios de nuestro tiempo, incluyendo una sala de informática.

En aquellos años difíciles de la patria naciente podían disculparse algunas demoras, pero han debido pasar casi dos siglos para que el dinero obsequiado se terminara de concretar en las obras para las cuales había sido dispuesto.

La donación de Belgrano fue aceptada por la Asamblea del año XIII, que destinó un interés anual hasta que se concretara la construcción de las escuelas.

Ante la inercia del gobierno central, y pasados cinco años sin que nadie se diera por enterado, las provincias beneficiarias de la donación de Belgrano hicieron un reclamo conjunto al director Rondeau.

Recién en 1823, el ministro Rivadavia les respondió insólitamente que no había podido dar con los fondos. Diez años después, el gobernador de Bs. As., Juan Ramón Balcarce, admitió oficialmente que los fantasmales fondos habían pasado a formar parte de la enorme deuda de la provincia de Buenos Aires.

En 1858 Amadeo Jacques reflotó el tema recordando que el dinero de Belgrano había sido depositado en el Banco Provincia. El famoso director del Colegio Nacional intentó ahondar en la investigación, pero sólo consiguió que lo difamaran a través de la prensa oficialista.

Habría que esperar hasta 1870, para que el Estado bonaerense reconociera públicamente que los fondos y los importantes intereses devengados se encontraban bajo la jurisdicción de la Junta del Crédito Público de la Provincia de Buenos Aires, pero no estaban disponibles.

En 1882 la provincia de Buenos Aires se reorganizó, tuvo una nueva capital –La Plata- y nuevas finanzas. Hubo una especie de indulto para los desquicios de los gobernadores anteriores y los fondos belgranianos pasan a una ingeniosa cuenta llamada “Fondos Públicos Primitivos”. La investigadora tucumana Marta Dichiara encontró el registro de los fondos y también las evidencias de la estafa: durante cuarenta y cinco trimestres el banco de los ganaderos bonaerenses había dispuesto de los recursos donados por el prócer, sin pagar un centavo de interés.

Todo quedó en la nada hasta que en 1947 Evita y Juan Perón pusieron la piedra fundamental de la escuela de Tarija (Bolivia). La piedra durmió el sueño de los justos hasta que veinte años después (...) por decreto del Poder Ejecutivo Nacional de abril de 1967, firmado por el dictador Juan Carlos Onganía, se concedieron 430 mil dólares para la culminación de la obra. (...) Recién pudo inaugurarse el 27 de agosto de 1974 durante la tercera presidencia de Juan Domingo Perón, que lo bautizó Escuela Argentina Manuel Belgrano y envió a través de la Fuerza Aérea 356 pupitres.

La escuela de Santiago del Estero fue inaugurada por el gobernador Felipe Ibarra, con fondos propios, en mayo de 1822 y funcionó hasta 1826.

La provincia de Jujuy fue la que mejor cumplió inicialmente con el legado belgraniano, sin esperar que le despacharan los fondos desde Buenos Aires. Las obras comenzaron puntualmente en 1813, pero a los pocos meses debieron suspenderse ante el avance de los ejércitos españoles que bajaban del Alto Perú. Se inauguró el 3 de enero de 1825, pero en medio de las guerras civiles que se ensañaban con el Norte argentino, la escuela pudo funcionar apenas tres años y debió cerrarse en 1828.

En 1998, el gobierno jujeño le adjudicó a una empresa constructora 700 mil dólares para la conclusión de la obra, que sigue inconclusa.

Pero el caso más patético es el de Tucumán (...) En 1976 el gobernador de facto Antonio Domingo Bussi formó una comisión con ingentes fondos para ‘cumplir con la memoria del prócer’. Todavía en 1981, el predio, ubicado en la calle La Rioja al 600 e inaugurado con pompa y circunstancia con una piedra fundamental, permanecía tan baldío como la dignidad del gobernador.

Miranda, heredero de Bussi, tomó el desafío. Con los años, la escuela se construyó. Pero claro, mucho más chica y más cara que lo previsto por el presupuesto.

(...)

Si se hubiera tenido que pagar la deuda a Belgrano, estaríamos ante otro record mundial. Teniendo en cuenta que:

Los 40.000 pesos equivalían en 1813 a 80 kilos de oro;

Que tomando la cotización actual del oro, resulta un capital original de 4 millones de pesos actuales

Y que, calculando una humilde tasa del 5 por ciento anual, que es la que fijó en su momento la Asamblea del año XIII hasta tanto no se construyeran las escuelas, sumando el capital y los intereses de estos 191 años, el resultado final arroja la escalofriante cifra, en pesos, de 133.121.281.257.438, o sea: ciento treinta y tres billones, ciento veintiún mil doscientos ochenta y un millones, doscientos cincuenta y siete mil cuatrocientos treinta y ocho pesos.

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