LAS FORMAS DE LA TIERRA


La imaginación, llevó al hombre a figurarse a la Tierra de diferentes formas casi todas simétricamente sencillas, y algunas otras perfectamente pensadas para que coincidan con las creencias religiosas. Hasta que los griegos comenzaron a ver la forma de la tierra como realmente tenía que ser y no como querían que fuese. Casi todos los pueblos tienen y tuvieron una noción de la forma de la Tierra, aunque más no sea de la región en que viven, que muchas veces se presentó como la única región o ubicándola en el centro del mundo conocido.

Una de las formas más sugestivas de la tierra era el huevo. Los antiguos egipcios se imaginaban a la tierra como un huevo protegido durante la noche por la Luna. Los gnósticos, místicos cristianos de los siglos I y II, percibían también al cielo y a la Tierra como un mundo ovoide en el útero del universo. Una serpiente gigantesca estaba enroscada en el huevo y lo entibiaba, cuidaba, incubaba y a veces hasta se alimentaba de él. El sabio cristiano Beda el Venerable escribió en el siglo VII: "La tierra es un elemento situado en el centro del mundo, como la yema en el centro de un huevo; alrededor de la tierra se encuentra el agua, como la clara que rodea a la yema; por fuera está el aire, como la membrana de un huevo, y rodeándolo todo está el fuego, que encierra al mundo como la cascara al huevo."

Los griegos, mucho antes que comenzaran a creer que la tierra era una esfera, ya discutían qué otra forma simple podría haber adoptado la tierra. La idea de los poemas homéricos (la Ilíada y La Odisea) del mundo, era la de un inmenso disco redondo rodeado por el río Océano. Heródoto (c. 484-425 a.C.) ridiculizó la idea homérica, para él era evidente que la tierra debía de estar rodeada por un gran desierto. La creencia de una especie de "ecuador" (una división de la tierra en dos partes iguales) fue anterior a la opinión general de que la tierra tenía forma de esfera. Esquilo, el historiador Éforo y otros escritores griegos, imaginaban el mundo conocido como un bien proporcionado paralelogramo.

La idea de una tierra cuadrada fue muy atractiva para muchos pueblos. Los antiguos peruanos se imaginaban el mundo como un cofre con un tejado a dos aguas en donde vivía un gran dios. El universo de los aztecas estaba formado por cinco cuadrados, un cuadrado en el centro y los otros en cada uno de sus lados. Cada uno de los cuadrados contenía uno de los cuatro puntos cardinales, que provenían del lugar central, morada del dios Xiuhtecutli, madre y padre de los dioses y habitantes del ombligo de la tierra. Los mayas creían que el universo tenia tres niveles, el inframundo, el mundo humano y la esfera celeste. Estos niveles se mantenían unidos por su eje por una ceiba sagrada. El mundo medio presentaba cuatro direcciones orientadas a los puntos cardinales, en cada esquina se ubicaba un cargador del cielo o bacab y una ceiba similar a la del centro. Otros pueblos concibieron el mundo como una rueda, incluso un tetraedro. Los chinos a pesar de tener unos mapas perfectamente detallados, creían que la tierra era plana y que China estaba en el centro.

Para los pueblos del norte de Europa (Germania y Escandinavia), el mundo tenia una forma de disco, en cuyo centro se hallaba la Tierra rodeada por el océano. Midgard, una inmensa serpiente rodeaba la morada de los hombres como un anillo. Sobre un pico los dioses edificaron Asgard, la residencia de los dioses. La cohesión de este universo estaba asegurada por Yggdrasil, el Árbol del Mundo, un fresno gigantesco que se elevaba hasta el cielo y cuyas ramas cubrían el mundo entero. También está la creencia de que el mundo es chato y cuadrado con el cielo formado por la calavera del gigante Ymir y cuatro enanos ubicados en cada una de las esquinas de la Tierra para sostenerlo.

Para los Benua-Jakun, una tribu aborigen del estado malayo de Johore (sudeste asiático), la superficie terrestre es sólo una piel que cubre el abismo lleno de agua.

Según los hebreos el mundo contiene siete tierras separadas una de la otra por intervalos de torbellino, y se llaman en orden ascendente: Eres, Adama, Harabha, Siyya, Yabbasha, Arqa, Tebhel y Heled. Esta última es la que habitan los seres humanos. Está cubierta con una tapa en forma de cúpula, la cual está sujeta a la tierra por tres o cuatro ganchos. La tierra más alta está enganchada al borde del segundo cielo (no del primero que es sólo un gran velo plegadizo); la segunda tierra está sujeta al tercer cielo, y así sucesivamente. Toda la estructura se parece a una torre de 14 pisos, el piso superior cuelga del brazo de Dios.

Se ha atribuido el papel de sostenedores del mundo a diversos personajes maravillosos. Los griegos atribuyeron ese trabajo a Atlas, el cual sostenía la tierra sobre sus hombros. Los hindúes imaginaban una tierra hemisférica sostenida por los lomos de cuatro elefantes que a su vez descansaban sobre el caparazón hemisférico de una tortuga gigantesca que flotaba sobre las aguas del universo, en otras fuentes la imaginan como una semiesfera que se basaba sobre los lomos de unos elefantes de pie encima de una tortuga, a la cual soportaba la serpiente de la eternidad, que la encierra en su círculo simbólico. Los chinos sostenían que el mundo descansaba sobre las espaldas de una tortuga, mientras que los mayas sobre la espalda de un cocodrilo. Los chibchas de Colombia, atribuían el papel de sostenedor del mundo a Chivchacum quien fue castigado por Bochica a sostener el mundo por afligir a la humanidad, antes estaba sostenida por estacones.

Una noción interesante, es la que tiene a la tierra por hueca. Ya los griegos, en tiempos de Aristóteles (siglo VI a.C.) se la representaban como hueca, de otro modo no habría sitio para el infierno. La detallada descripción que hace Dante Alighieri de la tierra en su Divina Comedia, la presentaba como el centro esférico hueco del universo, con diferentes círculos arriba y abajo, los cielos y los infiernos. Así, la noción de la Tierra hueca fue convertida virtualmente en parte de la religión cristiana, y cuando nació la ciencia moderna los científicos se esforzaron por hacerla razonable. En 1665, el estudioso y sacerdote católico alemán Atanasious Kircher publicó Mundo Subterráneo. En él describía a la Tierra surcada de cavernas y túneles en que vivían dragones. Julio Verne también se figuró a la Tierra como hueca, en su Viaje al centro de la Tierra publicado en 1864. A principios del siglo XIX, un estadounidense llamado John Cleve Symmes insistió en que la Tierra se componía de toda una serie de globos concéntricos separados por espacios intermedios, a los cuales se entraba por unas inmensas aberturas que se ubicaban en los polos.

La forma del mundo para los primitivos cristianos se convirtió en una imagen cuidada y atractiva desde el punto de vista de la teología. El cristianismo trajo consigo un olvido del saber griego y romano, en el mundo mediterráneo, que afligió a Europa desde el año 300 de nuestra era hasta el año 1300 (¡1000 años de ignorancia!). Durante estos siglos la fe y el dogma cristiano suprimieron los esmerados estudios de los sabios de la antigüedad. Los mapas eran circulares, rodeados del océano y con Africa arriba, Asia a la izquierda y Europa abajo. En otros que se llamaron mapas T-O, tenían la forma de una T dentro de una O, la T era un curso de agua que separaba a Asia arriba, Europa a la izquierda y Africa a la derecha. Jerusalén estaba en el centro de todos los mapas. El pensamiento cristiano también puso en duda la redondez de la Tierra, ya que la gente del hemisferio sur se podía caer al vacío. Cosmas Indicopleutes, religioso egipcio, escribió hacia el año 535 un trabajo titulado Topografía cristiana, en el cual da una descripción de la Tierra muy atractiva. Para éste, el mundo tiene la forma del Arca de la Alianza; y el monje egipcio lleva esta comparación hasta los más mínimos detalles. Para Cosmas la Tierra es plana, de forma rectangular y constituye el piso de ese baúl que es el Arca de la Alianza. De cada lado se alzan paredes verticales y éstas, al reunirse, forman una especie de techo curvo, la tapa del baúl, que la particularidad de ser de doble forro. El plano inferior del techo es el cielo que vemos, mientras que el otro plano es el verdadero techo del universo.

La primera persona de quien sabemos que haya sostenido alguna vez la teoría de que la Tierra es esférica fue el filosofo griego Pitágoras (580-500 a.C.). El filosofo griego Aristóteles (384-322 a.C.) clasificó todas las evidencias referidas a la esfericidad de la Tierra, allá por el año 340 antes de Cristo y, si bien tal condición no fue aceptada en líneas generales, desde entonces ninguna persona cultivada dudó de ello. Aristóteles fue el primer hombre que supo expresar con claridad que cuanto hay sobre la Tierra es atraído hacia el centro, y la fuerza que hace tal cosa posible se llama gravedad; gracias a ello los habitantes del hemisferio sur no nos caemos.

Los griegos, ya sabiendo la forma de la tierra, comenzaron a preguntarse como sería la forma y qué había sobre ella, cuán grande era la tierra, etc. Es Eratóstenes de Cirene (276-196 a.C.), uno de los primeros maestros de la biblioteca de Alejandría, el primero que hace la experiencia de medir la circunferencia de la Tierra. Lo realizo por el año 240 a.C., comparando la altura del Sol en un mismo día (el solsticio de verano) y en dos ciudades relativamente alejadas. Eratóstenes arriesga un resultado: 252000 estadios egipcios o 40000 kilómetros, hoy se sabe que tiene 39690 de circunferencia. Igualmente los cálculos de Eratóstenes no fueron plenamente aceptados. Hubo muchas otras mediciones, la más importante y que tendría una especial incidencia en la historia de la humanidad, es la de Posidonio y Estrabón, que luego fue adoptada por Ptolomeo, que medía la circunferencia de la Tierra en 29000 kilómetros, casi tres cuartas partes de la original. La historia quiso que Cristóbal Colón (1415-1506) utilizara esta medida en sus cálculos. Colón fue en dirección oeste porque pensó que el Asia quedaba a solo 4800 kilómetros, cuando en realidad tiene una distancia de 16000 kilómetros, su suerte fue que hubiese un continente en medio.

Las cosas marcharon menos bien cuando se trató de saber lo que hay en la superficie del Globo. ¿Uno o varios continentes? ¿Uno o varios Océanos? Entre los griegos se imponía la imagen de un continente único, visto al principio como circular, luego como una masa alargada de este a oeste, que es cómodo agrupar en tres continentes separados por obstáculos naturales: el estrecho de Gades o Gibraltar, entre las Columnas de Hércules, el Nilo o el Mar Rojo, y el Tanais, es decir el mar de Mármara. Todo este mundo está rodeando al Mediterráneo que es concebido como el centro del mundo habitable. Desde Eratóstenes a Ptolomeo, nadie pone en duda las tierras emergidas al norte del ecuador. Se creía que el hemisferio sur estaba cubierto de agua. Lugo se va a calificar al ecuador como inhabitable. La existencia de un continente austral se postula pero se duda, y más que nada se dice que sería infranqueable por el calor insoportable que hace más abajo del ecuador.

Más tarde llegaría el despertar cultural y científico, y los europeos saldrían a la conquista del mundo sin dejar rincón de la Tierra desconocido.


Fuente : www.saber.golwen.com.ar

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