LAMARTINE Y SU INSPIRACION


Hay una frase bastante conocida y usada que se atribuye a Pablo Picasso y que reza: “la inspiración existe, pero ha de encontrarte trabajando”. Con esto se pretende poner de manifiesto que la inspiración, especialmente en temas artísticos, no es más que trabajo y trabajo. Este dicho es remachado por otro: de Thomas Alva Edison, “el genio es diez por ciento inspiración y noventa por ciento transpiración”.

Por lo tanto, parece que la inspiración es algo muy espiritual y artístico, pero en el proceso de creación rara vez las musas se presentan sin más. Hubo un poeta francés nacido en 1790, Alphonse Marie Louise Prat de Lamartine, dejémoslo en Lamartine, que comentó en varias ocasiones, según parece, que uno de sus mejores poemas,
Le Lac (El Lago), que describe el ferviente amor compartido por una pareja desde el punto de vista del hombre desconsolado, fue el resultado de una súbita iluminación durante un paseo por el bosque. La inspiración llegó y él escribió el poema entero bajo su luz, como fuera de sí.

Un bonito hecho, especialmente para un poeta romántico, como fue nuestro amigo Lamartine. Pero resulta que después de su muerte, acaecida en febrero de 1869, se encontraron en su estudio un buen número de versiones, llenas de correcciones y tachaduras, de aquel poema que decía haber escrito instantáneamente bajo la súbita inspiración.



Como mayor agravante, estas versiones habían sido escritas a lo largo de varios años del trabajo.



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